Título: Amanecer Rojo
Autor: Pierce Brown
Género: Ciencia Ficción
Editorial: RBA
Páginas: 542
La humanidad ha colonizado
otros planetas ante la imposibilidad de mantener su vida en la tierra. Para
lograr sobrevivir en el espacio, su sociedad se ha convertido en un dictatorial
imperio sostenido por una jerarquía social muy estricta, un sistema de casta
basado en los colores del que nadie puede escapar. Una vez que naces de un
color, tu vida, tu futuro y tus sueños deben ir orientados a cumplir las obligaciones
propias de tu color. En la cúspide de la pirámide, los dorados gobiernan con
mano de hierro, mientras en la parte más humilde de la base, los rojos se
ocupan de la parte más dura de los trabajos más humildes, siendo los rojos
inferiores los encargados de la minería. Darrow, un rojo inferior, luchará por
conseguir una revolución desde dentro del propio sistema tras ver morir a su
esposa Eo por una simple canción.
Voy a empezar directamente
con aquello que no me ha gustado del libro porque es poco y se va arreglando a
lo largo del libro. Quiero poder
explayarme más delante de sus puntos fuertes sin tener que lidiar con el
“pero”. Empecemos.
Diría que, quizá, el punto
más flojo ha sido el estilo de escritura, aunque se va puliendo a lo largo de
la historia. Por alguna razón que desconozco parece que el autor considera que
acortar frases equivale a dar más acción y dramatismo a la escena. Puede
funcionar en momentos muy concretos, pero no si se abusa del recurso y he
llegado a tropezarme con auténticos telegramas. Como si la cosa fuera con
prisa, no deja que se asiente la fuerza de la acción o de la emoción. Tampoco
permite un buen fluir de la lectura. Puesto que esto se da sobre todo en la
primera parte del libro, sospecho que tenía prisa por dejarla atrás.
Otro punto que me ha chocado es la manera en que se
representan a las mujeres en esta historia. Cabe aclarar que todo está narrado
en primera persona, así que lo que estamos viendo es a través de los ojos de
Darrow. ¿Cómo es posible que hasta a sus compañeras rojas, curtidas bajo tierra,
con horarios asesinos y con apenas comida, las vea como algo delicado? Siempre
pequeñas, siempre como asidero emocional. Me han comentado que en futuros
libros esto se arregla, pero aquí me ha rechinado un poco. No creo que ni una
roja inferior y ni una dorada deba considerarse delicada; no con todo por lo
que han pasado ambas.
Luego está el propio
Darrow. Si bien tiene una evolución de personaje bastante interesante, es un
Gary Stu. Todo se le da bien, y lo que no…tírale a ello y dale cinco minutos.
¿En serio, Darrow? ¿¡EN SERIO!?
Dicho esto, empecemos con
lo verdaderamente interesante. Estoy sorprendida de que la portada de este
libro no se represente una peineta a la distopía adolescente en general, porque
ha cogido lo que podía tener potencial del género, lo ha hecho bien, y se a
desecho de todo o casi todo lo que da problema (veremos cómo acaba la
trilogía). El punto más fuerte, sin duda, es el worldbuilding. La sociedad
basada en los colores es increíblemente compleja, no sólo una excusa para
mostrar una situación opresiva o para demostrar cómo es de especial nuestro
copito de nieve de turno, sino algo inmersivo que funciona como un reloj suizo
en el que puedes ver cómo los engranajes desgastan a la humanidad que sobrevive
en él. Cada aspecto de la sociedad está
dominado por un color, y dentro de los colores hay incluso subclases. ¿Médicos?
Un color. ¿Contables? Otro color. ¿Artistas? Otro. En serio, no tiene
desperdicio y me ha encantado. No diré mucho más porque merece la pena que le
deis la oportunidad al mundo y descubrirlo de nuevas. Diré, eso sí, que me hizo
bastante gracia la interpretación de la
profesión de los violetas.
Es un universo ENORME y, a la vez, lleno de muchísimos detalles
El desarrollo del
worldbuilding se concentra en la primera parte de la novela. Una vez bien
asentado, empieza la trama. La cosa va de Darrow infiltrándose entre los
dorados para atacar la élite que acabó con la vida de Eo desde dentro. Hay,
también, al poco de infiltrarse, una especie de torneo para decidir quién,
dentro de los dorados, accederá a los puestos más altos, de más poder y
responsabilidad, de los mismos. De ahí puede depender que Darrow consiga el
mando de una flota o incluso más. Lo único malo es que, en dicho torneo, hay
posibilidades reales de acabar muerto.
Esto os suena, ¿verdad? La
infiltración, el torneo… Bien. Imaginaos por un momento, que los Juegos del
Hambre estuvieran bien hechos. Un mundo imaginativo y bien estudiado, un plan,
un buen plan, para atacar a los poderosos desde dentro. Una lucha a muerte que
de verdad tenga sentido dentro de la sociedad que nos presenta la historia.
Personajes bien desarrollados con un arco evolutivo de verdad y con sentido.
Vale, hay algún problema con los personajes femeninos pero tengo fe en que se
solucionará. Incluso Darrow, que se me hizo insoportable en un principio,
consiguió ganarme a lo largo de la novela y que quisiera ver cómo continuaba su
periplo. Lo que pensé que iba a estrellarse por sus personajes y quizá una
trama muy manida en este género, con un worldbuilding brillante eso sí, me devolvió
el golpe para demostrarme que esto no era una distopía adolescente más.
Se toma en serio los temas
que trata. El peso que puede suponer el lugar que tengan en la sociedad, el
liderazgo, cómo se revela lo que puede llegar a ser una persona en una situación
llevada al extremo… tanto para bien como para mal. También parece querer
arriesgar con cómo se puede cambiar una jerarquía tan abusiva desde dentro.
Esto no va de un personaje que, por el simplemente hecho de rebelarse, consigue
que las cosas mejores. En ese sentido la historia trata de tomar un cariz mucho
más realista y por ello, pese a mis reservas iniciales, tengo ganas de
continuar leyendo los siguientes libros y averiguar cuál es la respuesta de
este autor ante los conflictos que ha elaborado en esta galaxia de colores
oprimidos. Por mi parte, esta distopía adolescente sí merece la pena.
¿Distopía adolescente original y bien hecha? Ha pasado.
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