Título: La Era de Drácula
Autor: Kim Newman
Género: Vampiros
Editorial: Alamut
Páginas: 319
En esta
historia, Drácula fue el vencedor de los acontecimientos sucedidos en el libro
de Drácula, de Bram Stoker. Se quedó en Inglaterra y se hizo con el poder como
consorte de la reina Victoria y Lord Protector del reino. Su maldición se ha
expandido por todo Londres, tanto en las altas esferas como en las barriadas
más pobres. En la Era de Drácula, solo los vampiros tienen futuro.
Pongámonos en el
Londres victoriano, pero un Londres victoriano algo diferente. No solo es el
Londres histórico, sino el Londres literario, narrado en aquella época por sus contemporáneos,
como hicieran Bram Stocker, Conan Doyle y muchos otros. Sumémosle a la gran
diferencia económica y social de las diferentes clases sociales de aquella
época la maldición del vampirismo, y metamos entre medias un movimiento
religioso en contra de los vampiros y un asesino que se dedica a matar a
vampiresas prostitutas destripándolas por completo. Tendremos a grandes rasgos
un resumen de lo que este libro tiene por ofrecer.
Con una
narrativa fluida y detallada, nos adentramos en un Londres que parece la suma
de los Londres narrados en los libros de la época, como Drácula, los libros de
Sherlock Holmes, Dr. Jekyll y Mr. Hyde... etc. Esto se evidencia sobre todo
porque nos vamos encontrando diversos personajes de estas novelas, algunos
directamente otros mencionados, a lo largo de la novela. Es un detalle que a mi
particularmente me encantó, sobre todo cuando ciertos personajes interactuan
entre ellos de una manera que no los habíamos visto antes (no diré quiénes para
no fastidiar a nadie la sorpresa).
También tenemos,
como no, a los pocos supervivientes del libro de Drácula que quedaron vivos
tras la ascensión del conde al poder. En principio son, a saber, el Dr. Seward
y Lord Godalming, antes conocido como Arthur Holmwood, antiguo prometido de Lucy
Westenra. El libro va desgranando poco a poco lo sucedido con el resto de
personajes de Drácula, si sobrevivieron y en qué condiciones lo hicieron. Sin
embargo, el Dr. Seward y el recientemente nombrado Lord Goldaming tienen un
papel principal en el libro, y su situación actual nos lleva de una sorpresa a
otra desde el principio y hasta el final.
Pese a que este
libro está lleno de personajes en los que se enfoca la historia, todos ellos
muy bien caracterizados y ricos en detalles, con personalidades bien definidas
y muy diferentes entre sí, podemos hablar de dos protagonistas en la historia:
Charles Beauregard y Geneviève Dieudonné.
Charles
Beauregard es un cálido que trabaja al servicio de la reina, aunque de una
manera un tanto especial. Geneviéve Dieudonné es una vampiresa más antigua que
Vlad Tepes, y perteneciente a una línea de sangre diferente. Pese a ser tan
antigua, en valores es bastante humana, ya que trabaja en un hospital en uno de
los barrios más pobres de Londres, ayudando a lo que podríamos denominar
“víctimas de la ascensión al poder de Drácula y salida a la luz de los
vampiros”.
Ambos confluyen
bajo la necesidad de encontrar a Cuchillo de Plata, ya que sus asesinatos ponen
Londres del revés. Lo curiosos es que pese a que estos asesinatos son el
catalizador que hace rodar la historia, no son el elemento más importante de la
misma, o yo considero que no lo son. Sí, quieres saber cómo se va a resolver el
asunto, pero me parece mucho más importante lo que sucede alrededor de los
mismos. La situación tensa entre cálidos y vampiros, las diferencias sociales
más agravadas por el vampirismo, como impacta en cada personaje y altera su
forma de vida, sobre todo en sus reflexiones y moralidad.
Recurre el autor
a un recurso usado también por Bram Stocker y de manera magistral con muy
buenos resultados: todos están viviendo el impacto de Drácula en sus vidas,
todo está impregnado por su presencia y por sus actos pero aparece poco en toda
la historia. El resultado es asombroso, ya que lo percibes, lo presientes en el
aire pero no está, o mejor dicho, verlo lo que se dice verlo lo ves poco. Pero
está ahí, y eso es algo imposible de ignorar.
Por todo lo
antes mencionado este es un gran libro que además tiene un ritmo muy bueno. Te
pega a él en las primeras páginas, no baja la intensidad y el final es
simplemente apoteósico. Del tipo de final en el que te quedas sentado en la
silla con cara de impacto.
El libro me ha
encantado, y por si hiciera falta aclararlo, aparecen vampiros de verdad, esta
sí es una auténtica historia de vampiros como hace bastante que no llegaba a
mis manos. Altamente recomendable.
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