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martes, 16 de octubre de 2018

El Dios asesinado en el servicio de Caballeros




Título: El dios asesinado en el servicio de caballeros
Autor: Sergio S. Morán
Género: Fantasía urbana
Editorial: Fantascy
Páginas: 334










Si quieres la paz, llama a Parabellum. Eso sí, pago en efectivo. Detective paranormal afincada en Barcelona, hay que pagar facturas. Y con toda la fauna, y puede que incluso flora que pulula por allí, no cobra lo suficiente ni de lejos. 

Me he llevado una grata impresión de esta novela. Ya conocía trabajos anteriores de Sergio S.Morán como los webcomics ¡Eh, tío! y El Vosque(ilustrado este último por la maravillosa Laurielle. Echad un ojo, no tienen desperdicio), pero esta era la primera vez que iba a verlo trabajar sólo con la palabra escrita, sin poder acudir al humor visual en el que le había visto moverse con tanta soltura. Puedo decir que sabe navegar por los dos medios. Su misión es el humor y cumple desde el principio hasta el final.
        
         Recorreremos el submundo de la Barcelona paranormal acompañados de Verónica Guerra, alias Parabellum, que nos narrará sus desventuras en una profesión poco habitual: se dedica a resolver casos en los que suele andar enredada alguna criatura fuera de lo común. Cosas como fantasmas, vampiros, chupacabras… ¿eso es un centauro?

Esa mirada lo dice todo. Viene de aquí.

         Quizá dentro del subgénero de fantasía urbana esto no sea atípico, pero la gracia es que Parabellum es una humana no sólo rodeada de seres salidos de todo tipo de mitologías, sino que encima debe enfrentarse a ellos armada únicamente con su astucia y lo que pueda rapiñar de sitios poco frecuentes, como sus balas tutti-frutti. A fin de cuentas es una simple mortal como tú y como yo. Y sí, habéis leído bien, tutti-frutti, las cuales, por cierto, ya considero la marca de Parabellum. De esta guisa deberá enfrentarse al desafío de su vida: las facturas del autónomo. Vale, quizá he exagerado un poquito, no tan difícil, la pobre ya tiene su ración y va aguantando. No, en esta ocasión le toca parar una posible guerra entre panteones de distintitas mitologías que podría desencadenar el descubrimiento de un dios asesinado en el servicio de caballeros. Si está en el título no es spoiler.

         La verdad es que la premisa que nos da la historia a priori no parece muy original. No será ni el primer ni el último libro de fantasía urbana en el que haya seres sobrenaturales con ganas de gresca y en el que algún acontecimiento precipite el enfrentamiento, el cual, alguien va a querer impedir. Más que nada, porque esto para la salud de la ciudadanía, en especial la humana, no suele venir bien.  Pero aquí es dónde viene la trampa, lo que hace brillar a esta novela con luz propia, y es cómo lo cuenta.

         Los personajes, salgan mucho o poco, se notan bien trabajados. Incluso los más fantásticos tienen muy bien delineado su carácter y sus circunstancias lo que, de la mano de un trabajo de construcción de mundo exquisito, le da una capa de realismo tal que de verdad te sumerges en su mundo, a veces con cosas que ni siquiera te esperarías. De verdad no quiero hablar en demasía de todo esto porque estamos ante un libro que busca hacerte reír y no quiero reventar el chiste a nadie. Por lo tanto, voy a limitarme a hablar un poco de la joya de la corona en cuanto a personajes se refiere, ni más ni menos que Parabellum. Me he reído con ella, me he asustado, me he acordado de la primera generación de la familia de alguien y me ha llegado al corazón. Es una persona que lucha por ser buena gente y hacer lo correcto mientras intenta pagar facturas, a la vez que trata de compaginar dos aspectos esenciales de su vida que parecen empeñados en comportarse como el agua y el aceite. Ella es la dura, la ingeniosa, astuta y trepidante Parabellum cargando con una Verónica Guerra que duda, que tiene sus momentos de miedo y vulnerabilidad, que le gustaría poder tener una vida más tranquila junto a su pareja y la seguridad de que no va a ir a la puerta de su casa a matarla una… Bueno, eso no lo cuento que no viene en el título.

         Además, tenemos, como mencionaba antes, una construcción de mundo basada en una Barcelona con una sociedad variopinta de mitos adaptados al hecho de que la mayoría de los mortales no creen en ellos y deben ocultarse, mientras se buscan los garbanzos con mejor o peor tino. Tenemos criaturas más universales, como fantasmas o vampiros, tenemos otras más concretas venidas de mitologías asociadas a determinadas culturas. Tenemos panteón griego, tenemos panteón vikingo, hindú, hay un leprechaun regentando un bar… pero, todo en su justa medida. Algo que no se suele tener muy en cuenta en este tipo de historias es que, si estás en una ciudad, o en un territorio relativamente pequeño, cómo va a plantarse allí todo bicho viviente. Sobre todo los representantes más poderosos de dichas mitologías. Que tu historia se desarrolle en un sitio concreto no implica que todo vaya a estar allí. Claro que hay criaturas que molan más y que el público va a reconocer con más facilidad, pero no puedes tener tu escenario sobresaturado o a personajes que no parecen tener una razón de estar allí más allá de que tu protagonista está ahí y es ahí donde tienen que pasar cosas. Claro está, es la opción más fácil. Lo difícil es lo que ha hecho Sergio S. Morán aquí, que es pensar quién podría estar aquí, cómo y por qué. Y lo mejor de todo, le ha salido bien. Me quito el sombrero imaginario.

         Mención, también, a que para mostrarnos toda la riqueza de lo que ha creado, este libro salta de subtrama en subtrama. Como la trama principal es un poco más típica no me molesta tanto que se pierda tanto por otros lares, sobre todo, porque está TODO hilado hasta el desquicio. Da igual a qué altura del libro haya aparecido, da igual el nivel de importancia, da igual que ya te hubieras olvidado de ese detalle, al final del libro está todo cerrado y bien atado, con carcajada incluida.

         Hablemos de cómo nos narra esta historia, porque se ha lucido. La historia está contada en primera persona, y es una buena primera persona. A mí me gusta la narración en primera persona pero llevaba bastante sin encontrar una buena, de hecho parece que vaya alternando entre trauma y trauma, y por fin. Sabemos qué piensa Parabellum sin entretenernos en eternas divagaciones, la pluma del autor es ligera y precisa sin escatimar en metáforas y comparaciones que han sido para mí la guinda de este pastel. Ha habido muchos momentos en los que me he reído sólo por cómo está escrito aunque no estuviera pasando nada. Es un detalle para mí muy importante porque disfruto mucho de este tipo de detalles. Sabe utilizar muy bien el instrumento del que se sirve para crear, en este caso, la lengua escrita.


 Aquí me ganó. Quién no sabe a qué sabe ese café. 

Además, creo que aquí hay una buena lección de no poner nada que sobre. Si bien es cierto que puede parecer que sean demasiadas subtramas, en sí mismas encierran pequeños relatos que tienen su propia vida y que están todas unidas gracias al hilo de la trama principal. Para mí no hay nada de más, de hecho me falta. Por fortuna parece ser que habrá nuevo libro de Parabellum en Noviembre así que dentro de nada más y yo tan feliz. 

         Debo reconocer que no esperaba tanto de este libro. Es pequeño, ideal para llevártelo en el bolso y amenizar esa hora asfixiante que te tienes que tragar de metro para ir a trabajar. Eso era lo que esperaba, un rato entretenido, una manera de alegrarme la mañana, y si bien no considero que este libro haya cambiado mi forma de ver la vida, me ha dado bastante más de lo que creía me iba a dar gracias al cuidado meticuloso que ha tenido el autor al conformar cada una de sus partes. Así que me voy a quedar aquí, leyendo, con cierto mono que tengo al que ya le he puesto hasta nombre, y el cual no creo que se marche hasta la siguiente aventura de la detective Parabellum.

Por cierto, el autor ha abierto crowdfunding para la nueva novela de Parabellum, así que, como autor alimentado, autor feliz, autor productivo, ya sabéis lo que toca. 

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