Título: El dios asesinado en el servicio de caballeros
Autor: Sergio S. Morán
Género: Fantasía urbana
Editorial: Fantascy
Páginas: 334
Si quieres la paz, llama a
Parabellum. Eso sí, pago en efectivo. Detective paranormal afincada en
Barcelona, hay que pagar facturas. Y con toda la fauna, y puede que incluso
flora que pulula por allí, no cobra lo suficiente ni de lejos.
Me he
llevado una grata impresión de esta novela. Ya conocía
trabajos anteriores de Sergio S.Morán como los webcomics ¡Eh, tío! y El Vosque(ilustrado este último por la maravillosa Laurielle. Echad un ojo, no tienen
desperdicio), pero esta era la primera vez que iba a verlo trabajar sólo con la
palabra escrita, sin poder acudir al humor visual en el que le había visto
moverse con tanta soltura. Puedo decir que sabe navegar por los dos medios. Su
misión es el humor y cumple desde el principio hasta el final.
Recorreremos el submundo de la
Barcelona paranormal acompañados de Verónica Guerra, alias Parabellum, que nos
narrará sus desventuras en una profesión poco habitual: se dedica a resolver
casos en los que suele andar enredada alguna criatura fuera de lo común. Cosas
como fantasmas, vampiros, chupacabras… ¿eso es un centauro?
Quizá dentro del subgénero de fantasía
urbana esto no sea atípico, pero la gracia es que Parabellum es una humana no
sólo rodeada de seres salidos de todo tipo de mitologías, sino que encima debe
enfrentarse a ellos armada únicamente con su astucia y lo que pueda rapiñar de
sitios poco frecuentes, como sus balas tutti-frutti. A fin de cuentas es una
simple mortal como tú y como yo. Y sí, habéis leído bien, tutti-frutti, las
cuales, por cierto, ya considero la marca de Parabellum. De esta guisa deberá
enfrentarse al desafío de su vida: las facturas del autónomo. Vale, quizá he
exagerado un poquito, no tan difícil, la pobre ya tiene su ración y va
aguantando. No, en esta ocasión le toca parar una posible guerra entre
panteones de distintitas mitologías que podría desencadenar el descubrimiento de
un dios asesinado en el servicio de caballeros. Si está en el título no es
spoiler.
La verdad es que la premisa que nos da
la historia a priori no parece muy original. No será ni el primer ni el último
libro de fantasía urbana en el que haya seres sobrenaturales con ganas de
gresca y en el que algún acontecimiento precipite el enfrentamiento, el cual,
alguien va a querer impedir. Más que nada, porque esto para la salud de la
ciudadanía, en especial la humana, no suele venir bien. Pero aquí es dónde viene la trampa, lo que
hace brillar a esta novela con luz propia, y es cómo lo cuenta.
Los personajes, salgan mucho o poco, se
notan bien trabajados. Incluso los más fantásticos tienen muy bien delineado su
carácter y sus circunstancias lo que, de la mano de un trabajo de construcción
de mundo exquisito, le da una capa de realismo tal que de verdad te sumerges en
su mundo, a veces con cosas que ni siquiera te esperarías. De verdad no quiero
hablar en demasía de todo esto porque estamos ante un libro que busca hacerte
reír y no quiero reventar el chiste a nadie. Por lo tanto, voy a limitarme a
hablar un poco de la joya de la corona en cuanto a personajes se refiere, ni
más ni menos que Parabellum. Me he reído con ella, me he asustado, me he
acordado de la primera generación de la familia de alguien y me ha llegado al
corazón. Es una persona que lucha por ser buena gente y hacer lo correcto
mientras intenta pagar facturas, a la vez que trata de compaginar dos aspectos
esenciales de su vida que parecen empeñados en comportarse como el agua y el
aceite. Ella es la dura, la ingeniosa, astuta y trepidante Parabellum cargando
con una Verónica Guerra que duda, que tiene sus momentos de miedo y
vulnerabilidad, que le gustaría poder tener una vida más tranquila junto a su
pareja y la seguridad de que no va a ir a la puerta de su casa a matarla una…
Bueno, eso no lo cuento que no viene en el título.
Además, tenemos, como mencionaba antes,
una construcción de mundo basada en una Barcelona con una sociedad variopinta
de mitos adaptados al hecho de que la mayoría de los mortales no creen en ellos
y deben ocultarse, mientras se buscan los garbanzos con mejor o peor tino.
Tenemos criaturas más universales, como fantasmas o vampiros, tenemos otras más
concretas venidas de mitologías asociadas a determinadas culturas. Tenemos
panteón griego, tenemos panteón vikingo, hindú, hay un leprechaun regentando un
bar… pero, todo en su justa medida. Algo que no se suele tener muy en cuenta en
este tipo de historias es que, si estás en una ciudad, o en un territorio
relativamente pequeño, cómo va a plantarse allí todo bicho viviente. Sobre todo
los representantes más poderosos de dichas mitologías. Que tu historia se
desarrolle en un sitio concreto no implica que todo vaya a estar allí. Claro
que hay criaturas que molan más y que el público va a reconocer con más
facilidad, pero no puedes tener tu escenario sobresaturado o a personajes que
no parecen tener una razón de estar allí más allá de que tu protagonista está
ahí y es ahí donde tienen que pasar cosas. Claro está, es la opción más fácil.
Lo difícil es lo que ha hecho Sergio S. Morán aquí, que es pensar quién podría
estar aquí, cómo y por qué. Y lo mejor de todo, le ha salido bien. Me quito el
sombrero imaginario.
Mención, también, a que para mostrarnos
toda la riqueza de lo que ha creado, este libro salta de subtrama en subtrama.
Como la trama principal es un poco más típica no me molesta tanto que se pierda
tanto por otros lares, sobre todo, porque está TODO hilado hasta el desquicio.
Da igual a qué altura del libro haya aparecido, da igual el nivel de
importancia, da igual que ya te hubieras olvidado de ese detalle, al final del
libro está todo cerrado y bien atado, con carcajada incluida.
Hablemos de cómo nos narra esta
historia, porque se ha lucido. La historia está contada en primera persona, y
es una buena primera persona. A mí me gusta la narración en primera persona
pero llevaba bastante sin encontrar una buena, de hecho parece que vaya alternando
entre trauma y trauma, y por fin. Sabemos qué piensa Parabellum sin
entretenernos en eternas divagaciones, la pluma del autor es ligera y precisa
sin escatimar en metáforas y comparaciones que han sido para mí la guinda de
este pastel. Ha habido muchos momentos en los que me he reído sólo por cómo
está escrito aunque no estuviera pasando nada. Es un detalle para mí muy
importante porque disfruto mucho de este tipo de detalles. Sabe utilizar muy
bien el instrumento del que se sirve para crear, en este caso, la lengua
escrita.
Aquí me ganó. Quién no sabe
a qué sabe ese café.
Además, creo que aquí hay una buena lección de no
poner nada que sobre. Si bien es cierto que puede parecer que sean demasiadas
subtramas, en sí mismas encierran pequeños relatos que tienen su propia vida y
que están todas unidas gracias al hilo de la trama principal. Para mí no hay
nada de más, de hecho me falta. Por fortuna parece ser que habrá nuevo libro de
Parabellum en Noviembre así que dentro de nada más y yo tan feliz.
Debo reconocer que no esperaba tanto de
este libro. Es pequeño, ideal para llevártelo en el bolso y amenizar esa hora
asfixiante que te tienes que tragar de metro para ir a trabajar. Eso era lo que
esperaba, un rato entretenido, una manera de alegrarme la mañana, y si bien no
considero que este libro haya cambiado mi forma de ver la vida, me ha dado
bastante más de lo que creía me iba a dar gracias al cuidado meticuloso que ha
tenido el autor al conformar cada una de sus partes. Así que me voy a quedar
aquí, leyendo, con cierto mono que tengo al que ya le he puesto hasta nombre, y
el cual no creo que se marche hasta la siguiente aventura de la detective
Parabellum.
Por cierto,
el autor ha abierto crowdfunding para la nueva novela de Parabellum, así que,
como autor alimentado, autor feliz, autor productivo, ya sabéis lo que toca.
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